Cuántas veces habrás estado bajo la lluvia, mi Jesús.
Cuántas veces habrá mojado tus cabellos, y tus benditos pies...
Te imagino sonriendo, alabando a tu Abbá por esa bendición para la tierra,
caminando tranquilo, disfrutando de la Hermana Agua de Francisco!
Mi Jesús.
Y en la tormenta...un gesto de Tu brazo hizo cesar los truenos y el viento...
Cuantas veces yo me quejo por una gota que cae en mi rostro, y corro a cobijarme bajo el primer alero! Así también, en cada pequeña contrariedad, me quejo.
Y en mis tormentas, como tus Apóstoles, también clamo a Vos, mi Jesús.
Y siempre Estás ahí. Y yo te amo. Y te doy gracias, por la paz que vuelve a mi corazón, porque Sos la Calma, y el Bien.
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