Una vez soñé que hacía muñequitos de macilla y soplándolos tenían vida.
Eran muchos hombrecitos y mujeres pequeñitas, de distintos colores, a los cuales me había parecido gracioso hacerlos diferentes, aunque parecidos. Unos altos, otros bajitos, con nariz pequeña, con gran nariz...
A mí me gustaban tanto!! Me quedaba extasiada mírándolos moverse, yendo de aquí para allá...ellos disfrutaban de todo el ambiente que les había preparado. De todas formas, yo estaba pendiente de cada uno de ellos, y los quería a todos por igual, porque como yo los había hecho, sabía perfectamente cómo y con qué amor había sido.
De golpe comencé a ver que algunos se peleaban, se alejaban, se armaban bandos, discutían...y yo trataba de que me escucharan, que me vieran, yo estaba allí mirándolos a todos y ellos no me escuchaban, quería que entendieran que tenían que ayudarse y no atacarse entre sí...pero no me sentían, no se daban cuenta de que yo existía. Salvo uno o dos, que parecía que me miraban, los demás estaban preocupados por enfrentarse con los demás. De golpe desperté del sueño, y me quedé pensando...
Si yo, humana y falible, con miles de defectos, sentía tanto amor por esas figuras de macilla, qué sentirá Dios Padre, Todopoderoso, con Amor Perfecto, por cada uno de nosotros? Si yo en mi humanidad, quería que todos se quisieran y ayudaran, más Dios Padre que es el Sumo Bien lo quiere para nosotros!
Ellos no me reconocían ni veían ni escuchaban ni llamaban para que los ayudara, como nosotros muchas veces no lo hacemos con nuestro Creador, nuestro Papá...
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