Ha muerto el ex presidente argentino Néstor Kirchner. Muerte súbita. Esa particular forma del Padre de llevarnos de este mundo de apariencias, al verdadero.
No tengo tendencias políticas; tampoco simpaticé con él. Pero, por razones que sólo conoce el Señor, me ha afectado la noticia y por eso estoy escribiendo apenas me he enterado. El Señor me ha movido a rezar por su alma, y también le he pedido que desde donde se encuentre ore por nosotros, por su país.
Ahora puedo llamarte Néstor. Ya no eres el ex presidente, ni el partidario, ni el oponente, ni el santo ni el villano. Ahora eres Néstor, simplemente, el que ya ha tenido la experiencia de encontrarse con Jesús, cara a cara, y decidir. Ahora, ya sabes que todo esto es aparente, fatuo, vanidoso, vano. Ahora, ya conoces la Verdad. Ya sabes que lo único valedero que nos llevamos es el amor que dimos. No puedo juzgarte, no debo. No sé cuál fue la verdad de tu corazón y de tus intenciones. Sólo Dios lo sabe. Sabes, Néstor? muchos me juzgarán como loca o tonta por escribir o sentir esto. Pero no me importa. Sólo obedezco a lo que siento en mi interior. Y siento que necesitas nuestra oración. Tendrás la mía. Frente al Señor no hay banderas ni partidos políticos, sólo hombres y mujeres cargados y cansados, con su bagaje de sueños rotos o realizados, con su ofrenda de amor o de dolor. Hombres y mujeres, confundidos, extraviados, enajenados, en la lucha por el poder y el dinero, perdidos en esta escalada de la vida, locos por el éxito y la supremacía del más fuerte y de la dominación de otros hombres. Todos llegaremos a estar frente a Él algún día. Y habremos dejado todo aquí. Sólo con nosotros llevaremos el amor que hayamos aprendido a dar. Algunos dicen que eras buena persona; otros que no. No me corresponde juzgarte. Sólo puedo orar por tu alma. Y te pido que ores mucho por nosotros, los que estamos aquí. Y por todo el mundo en esta hora tan difícil. Por la paz, por este país, porque podamos salir adelante en paz, porque no seamos confundidos. Por lo bueno que hiciste, gracias. Por tus equivocaciones, que alcances pronto la paz.
Dios habló. Él siempre tiene la última palabra. Entre tantas especulaciones, que si volvía o no al gobierno...Él ha decidido otra cosa mucho más importante. Y nos demuestra nuestra falibilidad, nuestra impotencia, nuestra ilusión de gobernar las cosas. Sólo Él gobierna.
A Dios por siempre todo Honor y toda la Gloria.
Amén
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