Sólo la acción del Espíritu Santo puede cambiar las mentes y convertir en carne los corazones endurecidos...
Sabemos que nuestra batalla no es contra la carne ni la sangre, sino contra fuerzas espirituales, por lo tanto, intercedamos sin desmayar para que el Espíritu Santo se derrame en abundancia sobre los que tienen el poder de cambiar algo en nuestras sociedades! Y recordemos que nadie tiene poder si este no ha sido concedido previamente por el Padre...y que, finalmente, el Corazón Inmaculado de María triunfará. Aunque la Iglesia parezca destruida, a punto de desaparecer..."las fuerzas del mal no prevalecerán contra Ella"!!!!!
Ánimo, hermanos en Cristo y María. Oremos, sin cesar, a tiempo y a destiempo.
Quién como Dios?
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