Cuando creí en mis percepciones, me equivoqué. Y tantas veces caí! Y allí estuviste siempre, Señor. Mi Señor. Para abrazarme, para caminar conmigo. Siempre conmigo. Tantas veces quise hacer mi voluntad, y me dejaste. Tantas veces preferí escuchar mi propia voz, y me esperaste. Esperaste que entendiera que sola no podía, Señor. Que siempre Tu Voz es la verdadera.
Nuestro Padre nos dió libre albedrío para elegir, entre otras cosas, la más importante: si creerte o no. Y nos respeta, en la decisión que elijamos. Y Jesús, yo te creo. Elegí creerte hace mucho tiempo, cuando Vos mismo me llamaste. Porque Vos mismo lo dijiste: "No son ustedes los que me eligen a Mí; soy Yo Quien los ha elegido a ustedes". Gracias, Señor. Como siempre, te amo, con el Amor que Vos mismo pusiste en mi corazón para Vos. Porque todo es Tuyo, todo te pertenece.
Por éso, hoy, una vez más, digo como Job: el Señor me lo dió, el Señor me lo quitó. Bendito el Nombre del Señor!
Porque sólo Vos sabés para qué ocurren las cosas, Señor.
Gracias.
Amén.
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