Bendito sea el Señor de los señores, bendito sea Jesús. Porque fue Él quien a través de estos tiempos en que tanta lucha hubo en mi vida, me preparaba para dar el testimonio más grande de lo que hizo en mí.Les comparto: mi vida no fue ni es precisamente un lecho de rosas, he sufrido penas de las grandes y pequeñas. Como todos, me dirás. Sí. Como todos. Y el Señor, Jesús, siempre estuvo allí, aunque la mayor parte de las veces no me diera cuenta.
Y también me rebelé un día, sí señor. Y qué feo. Como muchos, sí. Como muchos. Pero Jesús seguía allí, a mi lado. Esperándome. Días y noches, meses y años...esperándome. Esperándote. Esperándonos.
Nos espera, hasta que aceptemos que está ahí por nosotros, porque nos ama, porque nos regaló su Vida para que vivamos, porque quiere que Le creamos...y muchos creemos en Él. Pero a veces...qué difícil es creerLe, no?No es lo mismo creer en que Jesús existe. El enemigo también cree, lo sabe bien. Pero creer en Sus promesas...que Él todo lo hace nuevo? dónde? que Sus promesas son para mí también? y por qué, si peco a diario? Que soy libre en Él? cómo?
Y ahí aparece de nuevo el enemigo para decirnos "es mentira. No sos libre. Y tu vida está siempre igual de gris. Y sólo un santo puede salvarse y tener la vida nueva ésa que dice Él", mientras se retuerce de envidia y desesperación porque sabe que él ya está vencido. No lo escuchemos. Nunca más.
Jesús nos prometió una vida plena y abundante desde aquí. Quizás no de bienes materiales, pero sí llena de los dones del Espíritu Santo, que no tarda en venir si se lo pedimos al Padre, en el Nombre de Jesús.
Y así, cualquier carencia se borra, nada más nos hace falta. Si lo tenemos todo, teniendo el Amor de Dios en nuestro corazón.
Y tanto Amor tenemos que nos desborda, y no podemos sino darlo a otros, porque no podemos contenerlo dentro nuestro. Y todo lo hace nuevo. Nuestra vida cambia de gris a brillante.
Aunque aparentemente sigamos sufriendo los mismos contratiempos de esta contradicción que es la vida terrenal. Todo se siente diferente.
En lo secreto de nuestro corazón, Jesús nos está esperando, cada día, para que conversemos con Él, con nuestro Amigo, el que jamás nos fallará.
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