Señora mía, Madre nuestra,
limpia el recinto
donde paso tantos días,
Ven a visitarnos
en nuestro trabajo...
nos haces falta!
Trae a Tu Hijo,
y ambos traigan la Verdad
que nos permita ver
entre tanta ceguera
y dureza de corazón.
A Ustedes pertenezco, Dulce María,
y estoy confiada y a vuestros pies.
Sé que nadie que a Vos se acogió
quedó desamparado.
Te pido lo mismo para todos
quienes están conmigo
y sufren.
Gracias, Madre.
En Vos, también confiamos.
Amén.
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