Hace algunos años, en un retiro en el Convento de Santa Micaela, fui testigo del Amor del Señor de manera visible. Para Gloria de Dios, hoy siento que debo dar a conocer este hecho que marcó para siempre mi amor por la Sagrada Eucaristía, Cuerpo de Cristo.
Era un retiro de tres días, y esa noche, como todas antes de ir a descansar, nos reunimos en la Capilla a orar. Éramos cerca de 50 personas. Yo estaba en uno de los últimos bancos, como todos, de rodillas. Estuvimos largo rato, adorando al Señor en el Santísimo Sacramento. Yo estaba particularmente emocionada y agradecida, porque en la oración de la tarde el Espíritu Santo había obrado maravillas en mi corazón, liberándome de varias pesadas piedras que arrastraba desde hacía muchos años, logrando perdonar. En un momento, sintiéndome ya muy cansada, pensé en despedirme de Jesús para irme a dormir...pero Él no quiso. De repente, lo que pensé que era producto de mis ojos cansados, se volvió una realidad: el Cuerpo de Cristo latía!!! Cerré los ojos, creí que era mi vista, pero cuando los abrí...latía aún más, y parecía que se abalanzaba hacia mí!!! Comencé a llorar de júbilo, todo mi ser se abrasaba de tanto Amor.
Cuando terminamos la oración, el sacerdote preguntó si había algún testimonio, y yo callé, por miedo a que fueran ideas mías nada más. Qué poca confianza en Él!! Pero Jesús quería que alguien contara a todos lo que Él había hecho. Él quería que esa noche alguien gritara desde los tejados que Él está vivo, que Ese Es Su Cuerpo, que no es simbólico o espiritualmente presente, Él Está allí!!!!...por éso, en Su Misericordia, Hizo que alguien más Lo viera. Entonces, otra mujer, que estaba en los primeros asientos, se levantó, y muy conmovida dijo "yo Lo vi latir". Yo contesté "y yo también!!"...sólo fuimos dos las que tuvimos la inmensa gracia de poder ser testigos de ese hermoso milagro de Su Amor, pero todos los corazones fueron conmovidos. Gloria al Señor!
Tiempo más tarde, leí que cuando estudian los milagros Eucarísticos comprueban que es tejido cardíaco, y quedé muy impresionada. Porque el corazón late. Su Corazón.
Desde ese momento, en cada hora de angustia que se me presenta, recuerdo la forma tan amorosa que tuvo Jesús para decirme "Te Amo, Soy Yo". Y es allí donde entonces, dejo todo en Sus Manos.
Cuando comulgamos, recibimos ciertamente el Cuerpo de Cristo. Y Él mismo nos recibe, en Su Sagrado Corazón.
Queridos hermanos, Jesús está Vivo!
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