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viernes, 29 de abril de 2011

La Perfecta Voluntad

Es dificil, a veces, aceptar, y comprender, la Voluntad de Dios en nuestras vidas. Pero, luego de pasada la tormenta, valoramos Su intervención y comprobamos que siempre lo que Él permite es lo mejor.


El final del día de Pascua de este año no suponía mayores contratiempos para mí, al contrario, ya que habíamos pasado un hermoso inicio en familia, reunidos, luego un dulce encuentro con Jesús, y por la noche a dormir. El lunes comenzaba una semana de mucha presión en mi trabajo, más de lo habitual, y en mi oración encomendé todas esas tareas especiales que debía realizar al Señor, pidiéndole Su ayuda y asistencia. Debía estar con todas mis facultades bien despiertas, pero...el Padre pensaba diferente.


A las 6 de la mañana me desperté con náuseas. Primera vez en mi vida que me pasa (y ya son bastantes años...). Logré volver a conciliar el sueño, pero el lunes, aunque me presenté en mi trabajo, yo no era la que hubiera deseado/necesitado ser. Con fiebre, calambres abdominales y una hinchazón impresionante que me impedía caminar bien. En condiciones normales, mi temperamento en situaciones de presión laboral es muy activo, estoy muy alerta y tengo capacidad de organización. Teníamos que enfrentar una inspección de Salud Pública bastante complicada. Pero esta vez, yo no era la de siempre, todo lo contrario, muda y adolorida, sólo atinaba a mirar como los demás iban y venían llevando y trayendo los papeles que las inspectoras solicitaban, cada vez con más dolor en mi abdomen.


Para ser breve, ya me han visto 4 médicos en visita a domicilio, y gracias a Dios, la inflamación va cediendo; al parecer se trató de una intoxicación. Pero, mientras tanto, se desarrolló la inspección de forma más que favorable, para Gloria de Dios. Y exclusivamente para Su Gloria, y para felicidad de quienes contribuyeron esta vez durante el proceso. Esta vez, yo no tuve nada que ver. Todos se desempeñaron excelentemente, y se organizaron solos. Han crecido! Y eso me llena de alegría.


Considero que este episodio fue una lección para mi orgullo, para mi ego, ya que, en diez años, esta es la primera vez que la inspección no tiene nada para objetar, y yo, que sabía que estábamos mejor que nunca, y que quizás cosecharía los lauros de esta satisfacción, no pude estar allí. El Señor prefirió estrecharme muy junto a Su Sagrado Corazón y guardarme en casa, en soledad, para trabajar conmigo y en mí.


Ayer a la tarde, como el médico me había dicho que quizás debía operarme si aumentaban mis dolores, para evitar una peritonitis, fui a hablar con el párroco de mi parroquia y le pregunté si podía recibir la Unción de los enfermos; él consideró que, si bien esta se aplica a enfermos de gravedad, la posibilidad de una intervención quirúrgica entraña riesgo, y se mostró muy feliz de poder administrármela. Volví a casa con mucha paz, y lentamente mi estado fue mejorando; luego de 5 noches, no me despertó el dolor y pude descansar, en brazos de Jesús. Hoy el médico me ha dicho que estoy mejorando, aleluia!!!! aunque con dieta y reposo, y una ecografía el lunes próximo para ver cómo sigue todo, tengo la esperanza de recuperarme físicamente.


Pero lo más importante, pude ver que el Padre me ha pedido parar. Y confiar más. A valorar la salud, y aprender a cuidarme y quererme. Que realmente nuestro cuerpo, como templo del Espíritu Santo, debe ser valorado y amado, cuidando de él. Y que estar sano es un don precioso, que no vemos cuando lo tenemos.


Y una vez más, que Él es Bueno, y escribe derecho en nuestros renglones torcidos...y Su Voluntad es Perfecta, siempre la mejor.


Gracias, Señor. Te alabo y bendigo por haber permitido que atraviese esta situación, para conocer mi impotencia y mi debilidad. Y mi miedo. Y Tu Paz y Tu Amor!


Gloria a Tí, Santísima Trinidad.


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